Arqueología de Costa Rica

Las esferas de piedra de Costa Rica son un grupo de más de quinientas petrosferas ubicadas principalmente en el sur de Costa Rica

Esferas de piedra de Costa Rica

Las esferas de piedra de Costa Rica son un grupo de más de quinientas petrosferas ubicadas principalmente en el sur de Costa Rica en la llanura aluvial del delta del río Diquís (confluencia del río Sierpe y el Río Grande de Térraba), en la península de Osa y en la Isla del Caño. Las esferas son conocidas localmente como las «bolas de Costa Rica». Como conjunto se consideran únicas en el mundo por su número, tamaño, perfección, formación de esquemas organizados y abstracción ajena a modelos naturales.

Las dimensiones de las esferas oscilan en un rango de los 10 centímetros hasta los 2,57 metros de diámetro y su peso llega a superar las 16 toneladas. La mayoría están hechas en piedras duras como granodiorita, gabros y algunas pocas en caliza. Los arqueólogos a través de la estratigrafía de su emplazamiento y de otros objetos encontrados en su cercanía, estiman que las piedras fueron ubicadas por los indígenas de la zona entre el 300 a. C. y el 300 d. C., pero el trabajo escultórico aún no ha podido ser datado científicamente.

También se han encontrado junto a objetos del tipo «cerámica polícroma de Buenos Aires» (1500-1000 a. C.) y se ha establecido que la zona estuvo habitada al menos desde el 6000 a. C. Se han descubierto 34 sitios arqueológicos, desde el delta del Diquís en el sur, la Isla del Caño a 17 kilómetros de la costa, llanuras atlánticas hasta en Papagayo, Golfo de Nicoya (a 300 km al norte del delta del río Diquís). Hoy cientos de estas esferas pequeñas se encuentran en colecciones privadas y museos dispersos por el mundo.

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Descubrimiento

Ahora conocemos las bolas de piedra por su descubrimiento en 1939, cuando la compañía bananera estadounidense Standard Fruit Company empezó a deforestar tales territorios para cultivar banano. Desde entonces se vieron como un misterio y los estadounidenses dinamitaron algunas de ellas, por la creencia de que en su interior podría haber oro.

La primera mención internacional fue un pequeño artículo arqueológico de Doris Stone publicado en 1943 en la revista American Antiquity, atrayendo la atención de Samuel Kirkland Lothrop (del Peabody Museum y la Universidad de Harvard), quien en 1948 estaba en Costa Rica. Contactó en San José a Doris Stone, quien le aportó información y contactos para investigar en zona más conocida donde estaban apareciendo las esferas de piedra. Finalmente, Lothrop publicó sus investigaciones en su libro Archaeology of the Diquís Delta. Costa Rica, 1963.

Desde 1970 las autoridades del Gobierno protegen las esferas de piedra precolombinas y sus emplazamientos. Se han reensamblado algunas dinamitadas bajo el cuidado del Museo Nacional, quien con el apoyo de la ley está recuperando otras que habían sido trasladadas por particulares a empresas, residencias e instituciones públicas.

Situación actual

El Museo Nacional – asociado a universidades nacionales e internacionales – ha efectuado múltiples investigaciones arqueológicas. Actualmente en la Finca 6 de Palmar Sur (Cantón de Osa), se construye el parque Can Basat Roje (‘esferas de piedra’ en dialecto indígena) o «Parque de las Bolas de Piedra», propuesto originalmente por el arquitecto Ibo Bonilla en 1979, para ubicar las esferas recuperadas, de las cuales no se conoce su locación original. Este parque es parte de un amplio proyecto arqueológico, bajo la guía del Museo Nacional de Costa Rica y el padrinazgo del reconocido escultor Jorge Jiménez Deredia.

En el año 2010 los investigadores John Hoopes (de la Universidad de Kansas), Nuria Sanz (del Centro de Patrimonio Mundial de la Humanidad), Helaine Silverman (del Consejo Internacional de Museos) y otras autoridades académicas, visitaron el sitio de las esferas de piedra para evaluar la elegibilidad y protección de la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.

Durante el 2011 las comunidades de la zona organizaron actividades, como el Festival de las Esferas, para promoverlas cultural y turísticamente. En el 2012 la Unión de Municipalidades de Osa acogió la iniciativa de Vicente Cassanya, conocido astrólogo y estudioso de sitios sagrados de la humanidad, para crear el Proyecto Esferas con el objetivo de consolidar el reconocimiento internacional del valor de las esferas de piedra, incentivar un turismo respetuoso de este patrimonio mundial para colaborar con el desarrollo sustentable de las comunidades de la región como herederas legítimas y principales encargadas de su protección. En octubre del 2012 el Proyecto Esferas organizó con gran suceso una serie de actividades como el Festival Internacional de Música Osastok, talleres, encuentros, recorridos y un ciclo de conferencias con estudiosos de las esferas y otros sitios megalíticos, entre ellos Ivar Zapp, Alberto Sibaja, Ibo Bonilla, Alfredo González, Vicente Cassanya, Abel Salazar y Miguel Blanco. Las actividades generaron una gran cobertura mediática y controvertidas opiniones de expertos, arqueólogos, antropólogos, políticos, artistas, arquitectos, comunicadores, líderes comunales e indígenas, funcionarios, etc. que involucraron a la sociedad en general y a la comunidad en particular. Para noviembre del 2012 el país ya había entregado los documentos requeridos por la UNESCO para formalizar la denominación buscada.

Las bolas de piedra en la cultura costarricense

Las esferas de piedra están íntimamente ligadas a la memoria colectiva de los costarricenses, quienes hacen reproducciones en piedra, bronce, acero, vidrio y concreto armado, para ubicar a la entrada de casas e instituciones e indican que su fin es más que decorativo, es sentido de identidad, por su simbolismo geométrico y espiritual. Desde sus inicios, los edificios de la Asamblea Legislativa, Corte Suprema de Justicia, Caja del Seguro Social, Universidad de Costa Rica, Museo del Niño y la Embajada de Costa Rica en Washington (EE. UU.) entre otros, instalaron esferas de piedra como primer símbolo fáctico.

Las esferas en el arte y arquitectura de Costa Rica

Al estar la esfera dentro del inconsciente colectivo, muchos artistas la han usado como inspiración en pintura, escultura, literatura, poesía y arquitectura, inclusive está en las ilustraciones de los billetes de cinco mil colones.

La Plaza de la Justicia, ubicada en el Circuito Judicial en San José, en el año 2007 fue remodelada por los arquitectos Ibo Bonilla y Hernán Hernández, que en un conjunto escultórico de 200 metros de largo y 47 metros de alto, ubicaron dos esferas de 3,10 metros de alto, alineadas con una pirámide (que ilumina y ventila una sala para 500 personas en el subsuelo) y el paralepípedo de mármol del edificio de la Corte Suprema de Justicia. Colocando en un solo eje los 3 sólidos platónicos en el paisaje urbano.

En el año 2009, el escultor Jorge Jiménez Deredia culminó una declarada influencia de las esferas en su obra, con la exposición en el Foro Romano (Italia) de esculturas monumentales basadas en el concepto de las esferas precolombinas, siendo el inicio de una gira internacional denominada Ruta de la Paz. Fue la primera exposición de arte contemporáneo en ese emblemático sitio histórico.

El Museo Nacional en el año 2010 construye por la Plaza de la Democracia un nuevo vestíbulo basado en una esfera de cristal de 8 metros de diámetro con una auténtica esfera de piedra en su interior. El 8 de mayo del 2010, el traspaso presidencial de Oscar Arias (Premio Nobel de la Paz) a Laura Chinchilla (primera presidenta de Costa Rica), tuvo a las esferas precolombinas como tema escenográfico.

Mitos

Han surgido muchos mitos e hipótesis alrededor de estas esferas, su significado, sus constructores, fines, técnicas constructivas y de transporte, fecha y canteras de las piedras: hechas por descendentes de la Atlántida, geomorfosis natural, pociones secretas para ablandar la piedra, que en el centro tienen una semilla de café, participación de extraterrestres, ejes energéticos complementarios a Nazca y Pascua, delimitación territorial, hitos conmemorativos, representación del eterno femenino, dispositivos navegacionales, símbolo perfecto de la divinidad, fuentes de energía y bienestar, dispositivos de equilibrio tectónico, puertas dimensionales. Enfoques esotéricos han sido tratados en múltiples libros como los del escritor suizo de best sellers Erich von Däniken y el escritor español de ciencia ficción Juan José Benítez.

En la cosmogonía bribri, compartida por cabécares y otras etnias ancestrales de América, las esferas de piedra son «balas de Tara» (Tara o Tlachque es el dios del trueno) que con una inmensa cerbatana las lanzaba a los serkes (dioses de los vientos y los huracanes) para alejarlos de estas tierras.

Versión oficial

La idea de que fueron jardines astronómicos con fines de calendarizar ciclos agrícolas o que servían para establecer el rango social dentro de la tribu son las explicaciones, por ahora, más aceptadas por la arqueología, pero que cada día son más cuestionadas.

Monumento Nacional Guayabo

El Monumento Nacional Guayabo es un sitio arqueológico ubicado en la región de Turrialba perteneciente a la provincia de Cartago en Costa Rica, a unos 85 km de San José. El sitio fue declarado monumento nacional el 13 de agosto de 1973. Su declaración como “Monumento Nacional” tiene como objetivo proteger su riqueza arqueológica y ofrecer oportunidades para actividades educativas, recreativas y científicas. El Monumento Nacional Guayabo pasó a ser desde el año 2009, Patrimonio Mundial de la Ingeniería según la Sociedad Americana de Ingeniería Civil.

Historia

Aunque existen varias teorías sobre el origen de la población que fundo y ocupo el poblado, la mayoría de ellas convergen en que este estuvo ocupado entre 1000 a. C. y 1400 y se calcula que a sus alrededores existieron aldeas que en total albergaron aproximadamente de unas 2000 a 10.000 personas. Hay pruebas de que el sitio estuvo habitado desde hace 2.500 años, pero que su época de auge estuvo durante los 500 años del periodo de 1200 a 700 años atrás, tanto cultural como políticamente. Basados en la estratégica posición geográfica, en las montañas entre la costa atlántica y el Valle Central y la excelente calidad de la artesanía de cerámica, piedra y oro, se cree que esta jefatura fue una de las de mayor poder y privilegios.

Los estudios arqueológicos que aquí se han llevado a cabo han demostrado que Costa Rica y en especial este sitio recibió influencias tanto del Norte como de Suramérica ubicándolo en la denominada área intermedia que abarca desde la provincia de Alajuela en Costa Rica hasta la zona norte del caribe colombiano. Los arqueólogos infieren que esta ciudad precolombina fue habitada por personas especializadas en distintos campos, dirigidos por un cacique, los cuales ejercían el poder político-religioso sobre una gran región. Actualmente aún se desconocen las causas del abandono de la ciudad la cual ya se encontraba en abandono unos 100 años antes de la conquista española, pero entre las hipótesis planteadas más aceptadas se mencionan enfermedades, guerras y conflictos internos.

El sitio fue descubierto en la década de 1800, cuando fueron a limpiar para los cultivos, especialmente café y en 1882 se iniciaron las primeras exploraciones a cargo de Anastasio Alfaro quien era director del Museo Nacional de Costa Rica. Pasaron muchos años de poca atención oficial y mucho saqueo extraoficial, hasta que en 1968 don Carlos Aguilar, trabajando a través de la Universidad de Costa Rica, estableció un programa permanente de estudio e investigación sobre el sitio, en virtud de lo cual se sabe la mayoría de la información disponible al momento.

En 1973, el Gobierno consciente de su importancia dio carácter de Área Protegida iniciando con 65 hectáreas y ampliándola a 217 hectáreas en 1980 para ampliar la protección al hábitat boscoso del cañón del Río Guayabo.

Es evidente las destrezas de esta población, entre ellas en la manipulación del agua, incluyendo acueductos de alta tecnología que funcionan hasta la fecha, transporte de grandes piedras, construcción de calles tipo macadam de gran precisión y que mediante estudios aéreos se presume que comunicaron desde la costa hasta el Valle Central. Las piezas de oro y cerámica más valiosas se encuentran actualmente en el Museo Nacional.

Sitio Arqueológico

En total el área arqueológica comprende de 15 a 20 hectáreas, de las cuáles sólo una pequeña parte ha sido excavada. En esta zona se encuentran distintos rasgos arqueológicos como montículos, escalinatas, calzadas, acueductos abiertos y cerrados, tanques de almacenamiento de agua, tumbas, petroglifos, monolitos y esculturas. En la zona central del monumento se encuentran distintos montículos o basamentos de piedra, que generalmente presentan una base circular de diferentes tamaños y tienen desde 5 hasta 45 dm de altura, con un diámetro de 10 a 30 m. Las calzadas se componen de un conjunto de caminos de piedra utilizados como vías de tránsito y como parte del sistema de drenaje. Existen algunas calzadas que se prolongan en diferentes direcciones del área excavada, con varios kilómetros de longitud además de gradas o escalinatas que funcionan como estructuras de piedra para superar desniveles. En el monumento también se encuentra una compleja red de acueductos de los cuales algunos aún funcionan y tenían como objetivo el ser canales cerrados o abiertos para conducir el agua hasta los sitios deseados o hacia unos tanques de almacenamiento que se encuentran en el sector principal de la ciudad y los forman estructuras de piedra de forma rectangular.

Además, en el sitio se cuenta con diferentes tumbas de cajón que se localizan en varios sectores del sitio arqueológico, construidas con cantos rodados y lajas.

En cuanto a manifestaciones artísticas, los petroglifos o piedras grabadas son la más abundantes y se localizan por toda el área arqueológica, entre ellas el monolito del jaguar y el lagarto, el cual consiste de una piedra tallada con la figura de un jaguar por un lado y un lagarto por el otro, cuyo significado continua sin descifrar.

Flora y Fauna

La vegetación que rodea el área arqueológica es característica de un bosque pluvial premontano y se constituye de un follaje denso y verde. Abundan las especies forestales como caragra, magnolia, cantarillo, higuerón, quizarrá, cirrí, burío y cedro María, cubiertos por gran cantidad de plantas epífitas como las bromelias y las orquídeas.

Entre la fauna que aquí se presenta se destacan aves como tucán, oropéndola, trogón, carpintero, momoto, piapia, yigüirro y chachalaca y también algunos mamíferos pequeños como armadillo, conejo, coyote, perezoso, tolomuco, ardilla y pizote. Además de una gran variedad de insectos y algunos reptiles típicos de la zona como culebra, rana y lagartija.

Turismo

Sin necesidad de publicidad cada día aumenta la cantidad de turismo nacional e internacional, atraídos por la belleza escénica del lugar, pero principalmente por el halo de misterio en medio de las investigaciones arqueológicas, que arduamente realizan los arqueólogos del Ministerio de Ambiente, así como del Museo Nacional y las universidades del país en algunos casos apoyadas por prestigiosas universidades de Europa y Estados Unidos.

Ha incrementado el interés el hecho de algunos estudiosos han vinculado Guayabo con el intercambio cultural en casi toda la América precolombina, a partir de que en 1547, en “Los anales sur-americanos”, Francisco Pizarro ―el conquistador del Perú― declaró: «Escuché que los altos señores de este imperio [Perú] se reúnen cada cuatro años en el País de las Bolas, donde al parecer reciben consejos de grandes sabios». Es poco probable que cada cuatro años llegaran indígenas desde el Perú, pero en Costa Rica se han descubierto objetos e influencias artesanales tanto de mayas (de Guatemala), olmecas y aztecas (de México y muy lejos desde el norte), así como de chibchas (de Colombia), quechuas e incas (desde Perú, muy lejos en el sur).

Muchos otros aseguran la sensación de que Guayabo es un centro energético y de poder de especiales características, así que todo esto más el objetivo valor arqueológico cultural, más el hecho de haber sido declarado Patrimonio Mundial de la Ingeniería, hacen del Monumento un atractivo polo turístico.

Dadas estas condiciones de demanda creciente de servicios, la administración de Guayabo (a cargo del Área de Conservación Cordillera Volcánica Central)está implementando infraestructura que permita el ecoturismo orientado hacia la educación ambiental, arqueológica y patrimonial, dando facilidades al visitante pero minimizando el impacto ambiental y arqueológico, incluyendo la accesibilidad universal y otras obras como miradores, zonas de descanso, centro de visitantes, servicios, aulas de formación, recepción, senderos, bahías de interpretación, etc.